jueves, 29 de septiembre de 2022

Sólo en la ciudad



Era una mañana tranquila. El sol apenas asomaba por el horizonte, arrojando un brillo dorado sobre el mundo. Me levanté, me estiré y me levanté de la cama. Había algo que no encajaba, pero no podía precisarlo.

Abrí la puerta de la habitación. Al girar la cabeza, me encontré con otro dormitorio al otro lado del pasillo. Una chica rubia y de cabellos largos y ondulados se despertaba. Su cuerpo desnudo se tensó y su mirada se enfrentó a la mía.


Hola, ¿Quién eres? —me desafió.


Lorenzo —respondí cauto.


¿Y por qué estás aquí?


No lo sé —reconocí con sinceridad como si fuera un niño.


¿Cómo que no lo sabes? ¿Estás borracho?


No, estoy sobrio. Sólo estoy… seguro.


¿Sobrio? ¿Sobrio en mi casa? Pareces avergonzado.


No sé qué ocurre. Desde que desperté no puedo recordar nada. —Le conté la historia.


¿No recuerdas nada? —me preguntó sin parecer impresionada.


No —afirmé—. Sólo que estoy aquí y debo estar en algún lado.


¿Un lugar importante?


No —respondí—. Por algo muy importante. Porque soy un gran escritor —añadí orgulloso de mi victoria —, y estoy aquí para escribir algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario