Llevaba ya unos meses que se encontraba así y decidió visitar a su médico de confianza. Se sentó en la consulta y comenzó a exponer como se le cerraba el estómago cada vez que la veía. O que temblaba cada vez que se acercaba a ella. Incluso que no era capaz de articular palabra y balbuceaba un ¡buenos días! al cruzarse con ella a diario en la cafetería.
El doctor no dejaba de tomar notas y una vez el paciente hubo terminado su exposición, le diagnosticó:
- Usted está enamorado. Deberá declararse lo antes posible y tomar una caja entera de besos, uno después de cada abrazo.
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